Ahorita que le di like a la página "El rincón del panadero" me acuerdo cuando hubo el Encuentro de Poetas y Raperos de Ecatepec, que se realizó en un viejo y desolado auditorio, cerca de una unidad habitacional de estos rumbos.
Esa tarde había recorrido de punta a punta la Ciudad de México en compañía de otro poeta cuyo nombre es del Sol, habíamos gritado de zona oriente a noreste de la capital para acudir a ese encuentro donde había una gran expectativa porque además de todos los poetontos que había en ese el instante, se presentaría un rapero de renombre en los bajos mundos, si mal no recuerdo alias Yowaly, quién subió al escenario comenzó sus letras y al mismo momento, más coordinación no pudo haber, cuando aquél panadero que estaba sentado a un lado de mi, comenzó, sin aparente razón alguna, a contar sobre su trabajo de panadero ambulante.
Se dedicaba a vender pan en las ferias que iban de zona en zona, yo me lo imaginé como una especie de gitano mexicano, aún recuerdo en su esencia estar casi oliendo el pan que hacía; total que en ese momento mientras me contaba sus aventuras de vender pan de colonia en colonia y ser aficionado a la bebida frente a nosotros pero en otra realidad alterna se ejecutaba un complejo y completo show, en el más estricto sentido de la palabra, pues el Yowaly se contorsionaba y escupía versos frente a nosotros que platicábamos de lo que era ese panadero.
Recuerdo que recién acabó el raper estrella acabó el panadero, con una sincronía que parecía ensayada.
El encuentro se acabó, pero más que terminarse como que se desarmó, pues sigilosamente cada quien se fue yendo, solo quedamos en el patio los que iban a fumar de lo prohibido, pero a penas empezaba el ritual cuando un susurro de que llegaría la policía hizo desaparecer a todos.
Ya esperaba el transporte, ahí en la zona conocida como La Curva de Diablo, a lo lejos un gordo raper que se acerca, se detiene y me plática si yo estuve en el evento /evidentemente tenía porte de viajado/ pues le comenté que sillón y me invitó a irnos juntos.
Tomamos juntos el camión y ya arriba comentamos que yo recitaba poemas en los transportes, él me animó a recitarles unos, además me dijo que él pasaría a pedir el dinero, así le hicimos hasta que llegamos a metro Muzquiz, para ese momento no sabía qué hacía con él, pero me sugirió que fuéramos caminando a buscar a unas chicas amigas de él.
Debería especificar que el Macizas, porque así se decía apodar el singular amigo, realmente era una maciza con patas, tenía un aspecto tan rudo que lo aprovechó para ir taloneando a todo quien se le pusiera enfrente.
Esa actitud a las cuatro o cinco calles de repetirla realmente me asustó y le dije que si él seguía taloneando a los demás yo me largaba, él lo entendió y prometió no talonear más.
Paró un taxi y nos subimos, el taxi nos llevó hasta una casa, aún recuerdo la decadencia de aquella fachada, en fin que salieron un par de mujeres a la puerta y el Macizas, con el dinero que había taloneando, mandó a una de ellas a comprar la caguama. Yo la acompañé y él se quedó con otra chica en la puerta de aquella casa, aquella noche.
Al terminar la cerveza banquetera nos despedimos, el Macizas paró un taxi y le dijo que le pagaría 30 pesos por llevarnos a los dos a nuestras casas. El taxista, seguramente un poco desconfiado y resignado dijo que estaba bien.
Salimos por la R. 1 y el Macizas ordenó al taxista que se detuviera cerca de un hotel y me dijo:"mira carnal en esa calle vivo yo-y señaló una calle- cuando quieras ven a verme".
Después ordenó al taxista que me llevara a mi casa y claro que no lo permití, nomas pedí que me acercará a una zona que llamamos La pirámide, llegué a mi casa lleno de sobresaltos, pero a salvo después de tan estupendo día lleno de emociones encontradas, lo malo que ya no me acordaba del panadero.
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