Su profundidad cómplice
El silencio en cada uno de sus márgenes
La densidad de lo callado
Que late como queriendo vivir
Que me hace sentir me
palpar me
Oler el aroma del viento fresco
Igual a tomar el agua pura de manantial
Es respirar el aire de lo negro
Es contemplar la ausencia de la luz
Saber todo lo que nos rodea
Encontrarlo ausente a la vista
Una tela oscura inmensa que nos cubre la razón
La lucidez la aniquila
Para formase en la taquilla de la imaginación
Del pensar cosas que no aparecen
Ni con el ruido
Ni con el sol
Ni con el ambiente en bullicio
Ni aunque uno las riegue en las macetas
de la tatema
Aquí mi hospicio
Mi habitación más cómoda
Mi fiesta individual
sobre todo impropiamente personal
Aquí a estas deshoras en calzones
Con la ropiel
que me transporta a mi estado más natural
A mí posición más silvestre
Desde donde huelo la noche
La vuelo y la vuelvo a rastrear
Como aquel lobo que aulló en Wadley
Me agasajo con ella
mezclo mi ser con su viento
que silba mientras sopla
Acariciamos la ondulación del cerro
Todo esto lo veo
Lo huelo
Lo puedo sentir
Incluso degustar
En cada poro de mi ser
Cuando la hora más perfecta del día
No es de día
No es de noche
Sino la madrugada que Reyna sobre mis tecleos.
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