El humo el único que llena estos huecos
del domingo en la mañana
Los Beatles enmudecen desde el aparato del tamaño de mi mano
que me conecta al vacío
No se encuentra ni más mínima sombra de ánima
resuena el eco del silencio
El fuego ilumina mi espacio desde mis incendiados
no me deja distinguir forma alguna
mis pies hirviendo por los caminos del recuerdo
repasan las veces que me raspé las rodillas
Mis neuronas difuminadas me dejan muñeco de trapo
casi desnudo me contemplo como feto cuando me salvó
se me transparenta el cuerpo del susto que me hizo su ausencia
por darle freno al desarrollo de mis días
Así pasa esta mañana sin estilo de suerte que se aparezca
como la ojuela crujiente que se fragmentó en su lamento.
Ardo Astillo Oreno.
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