A los canes nombrarlos de fieles a lo perrón
Decirle a su evidente falta de entendimiento
con su enorme sentimentalismo que los aprecio por su manera intensa de entrega y de baba
Por las relamidas llenas de amor que prodigan y prosiguen moviendo la cola a la desgracia misma que veneran como líder de la manada
No cuestiona nada su actuar con instinto
Olisquiando los rabos ajenos sin pena
sueño y pena de un pueblo
Persisten en dar su cariño ante las cadenas
Sonora orquesta que musicaliza la noche
Son un tronco de expresividad echado en sin fin de azoteas, zotehuelas, patios desolados y otros inospitos sótanos A pesar de la adversidad que no conceptualizan ni conocen sonríen
Se quedan atentos después de dar diez mil vueltas para sentarse en un sitio, en eso fueron mis maestros.
Yo les escribiría una oda por su incontrolable positividad, más allá de los ladridos y mordidas estan esos ojos que hablan.
Esos que le dan alegría a los hombres
-Uno de ellos nos platicó que así sentía cuando veía un callejero que rondaba los rumbos-
Alguna vez fue mi amo alguno
resistió lluvia, hambre, frío, gritos y una que otra caricia
Se marchó y me dejó una gran alegría
Le entrego años a la postre estos sonoros ladridos. Que resuenen en la noche que cada uno trae en la mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario