-a ver si les late cacahuates, de lo primero quescribo en mi laburo.-
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“En la Saga de Njal,
Thangbrand, misionero sajón, canta una misa y Hall le pregunta para quién
celebra esa fiesta. Thangbrand responde que para Miguel el Arcángel y agrega
que ese arcángel hace que las buenas acciones de las personas que le gustan
pesen más qué las malas.”
J.L.B. Obra Crítica VOL. I
Pág. 112.
“Un rayo de horror hace
crujir mi sombra,
pero invoqué al arcángel San Miguel y en mis ojos distribuyó la luz como la mañana en un cañaveral.”
pero invoqué al arcángel San Miguel y en mis ojos distribuyó la luz como la mañana en un cañaveral.”
-Carlos Pellicer-
Tirado
en mitad de la calle pienso si con alguna de mis acciones he logrado gustarle a
Miguel el arcángel, de alguna forma, no es que yo sea muy creyente pero con
unos buenos litros de alcohol en la sangre, después de haber insultado a una
niña porque me miró mal mientras yo pasé corriendo a su lado, después de haberle
aventado un tabique, con intención de dañar al tipo que intentó no sé qué hacer
luego que yo insulté de manera cruelísima a la pequeña anónima, luego que logré
escapar sólo por correr más que él, aunque me persiguió.
Aquí
tirado y mareado, después o antes, no importa, pero de decirle al señor Cuevas,
que me dijo; “No soy oficial, soy policía y sabes que me acabas de insultar” por
decirle que era un estorbo en el andén, luego me reclamó que él no era un
estorbo porque el lugar donde estaba parado no correspondía a la entrada de la
puerta del tren próximo a abordar, y yo contestarle que eso era cosa la cual yo
no podía saber sino hasta llegado el tren, y por tanto para mí estorbaba, y era
un estorbo.
Aquí
en esta banqueta luego o antes o después, en alguna ocasión de no darle el
asiento a una vieja, ni tan vieja, que cargaba a una niña que a simple vista se
veía odiosa, y bien podían ir paradas ambas medusas, y fingirme con una lesión,
cuando otro anónimo súper héroe citadino me reclamó mi acción, patética en otro
mundo, y yo me burlé de él, porque unos policías lo regañaron por meterse con
mi mala educación de no dar el asiento a viejas con nenes que bien se podrían
parar pero cargan para generar no sé qué derecho.
Luego
pensar en la que le dije que yo no había empezado a ladrar cuando me pidió que
le hiciera un huequito entre la bola de gente, y yo le dije ¡No!, y ella me
contestó que entonces me fuera en taxi si quería ir cómodo, y yo le dije que
ahí iba cómodo y que yo no la había molestado, ella había empezado a…guaf,
guaf, guaf.
Después
de ese tipo de sucesos Miguel aquél arcángel debe tomar este texto que hago con
todo cariño para con los que me he reñido, a los que he insultado por sólo
mirarme o no mirarme, o mirar algo que yo no veo, o tener qué ver en lo que yo
no creo, aquéllos que he despreciado y de los cuales me he logrado escapar
ileso, por ejemplo al que hoy le di el tabicazo por tratar de hacer justicia al
insulto que de forma animal, grotesca, sin razón, ni conciencia le hice a una
menor.
De
ponerme a contar cada acción en las que he faltado al santo caos universal será
menester crear dos o tres textos, resúmenes o abluciones sobre fenómenos
irracionales como los de mis comportamientos, o unas letras que intenten
llegarle a un poema para que no se vaya la balanza de mi compadre el arcángel de
un lado más que del otro.
Ahora
aquí, en esa banqueta, semi dormitando al recordar al arcángel me da la
impresión de que debo trabajar para que se compense lo que en este día ha sucedido,
para que en la papelera de su escritorio de cristal en mis reportes de buena
conducta, pueda leer; “Este escribió un texto”, de tal suerte que represente
para el arcángel una compensación por dos: ya que pesan más las acciones buenas
que las malas, el tabicazo y el insulto a la niña son un recado, así que es
menester escribir algo más para pagarle haberle dicho estorbo al policía y haber
embebido tanto para quedarme tirado como un palo en medio de la calle, donde me
acordé de mi salvador al que le pongo entre sus papeles este texto para que me
salde de la deuda una parte, y no me reencuentre de nuevo con las fieras de mis
adentros.
Ardo Astillo Oreno.
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