martes, 12 de febrero de 2019

Ella la llamada amada llamarada

Ella la que se llama poesía
entra por las ventanas del balcón
Se recarga en los barandales y me enseña sus ternuras
Me seduce el seso cuando se balancea
Juega con sus tonos y sonidos

Acaricia mis pupilas con los cantos de sus aves
Ya deleita mis oídos con lo verde de sus mares
Balancea con sus pies el zapato que me guía
Aparece como intrusa entre las carnes de mis labios

Me comenta que desea que la escriba
Yo muy torpe balbuceo unas palabras de su boca
Me abarca con su todo que es el día, la noche y madrugar
el pasado, el presente y el futuro y el andar
todo lo que envuelve este instante inacabable
inabarcable en el arca del Noe.

Esta poesía con sus dientes limpios
me da un bocado de aire fresco
Me reanima el seso con Tchaikovsky
Me deleita la dermis en cada poro
Por no decir que me encuera el chino
Me ensucia el cuero
Le pongo el puerco

Me altera el organismo hasta mutar con su esencia
Sin su presencia estoy ausente
Nada lo miro, ni saboreo, no me monto en los aires
No me clavo en los verdes montes
ni en los montones de civilización

Pero ahora está aquí y hay que adorarla
Ir la mirada donde se mueva
con la cortina que agita como la cabellera al viento
tan caballero en campo
como la brisa que rocía la mañana
o la frescura de la fruta
estas imágenes comunes y gastadas pero
limpias y sabrozas

Se cierran las ventanas
se azotan  porque ella danza entre mis dedos
de tres en tres escribe sus sin sentidos
sus sin caminos
sus cinco pez
sus síncopes.
                                                              Ardo Astillo Oreno