jueves, 9 de febrero de 2012

Por las horas de cuento -andamios intneriores-

Por las horas de cuento de estos parques sin rosas,
ambulan, un diptongo de ensueño, nuestras sombras.
Y en tanto que algún piano fantástico, desvela
los bemoles románticos de un estudio sin luna,
sus ojos se adormecen en un cansancio felpa,
como si se estuviera muriendo de blancura.

(Y después, quedamente —¿Amor, oyes las hojas?)
—¡ Si no es eso!
—¿Entonces?
—Tal vez es una enferma
que llora con Beethoven...
(Y seguimos del brazo nuestro obscuro diptongo,
por los parques afónicos,
lacrimeantes de oro ).
—¡Me quisiera morir!
 —¡No digas esas cosas
que me hacen tanto mal!
—¡ Si la vida es tan triste!
—Pero no pienses eso.
—¡Si la vida es tan triste!
—Me duele el corazón cuando tú estás así.
Doblaremos la hoja.
(Y sobre el mismo tema,
su voz, casi ojerosa)
—¡Me quisiera morir!
 ¡Me quisiera morir!
(Y en el cloroformado cansancio de la sombra,
nuestras 2 vidas juntas, por el parque sin rosas,
se pierden en la noche romántica de otoño
ambulando en silencio la teoría de un diptongo.)


                         Manuel Maples Arce

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